viernes, 18 de abril de 2008

Un no cuento


Se supone que cada cuento ha de comenzar con un “gancho”, una frase u oración clave que capture tu mirada y atrape tu atención, hasta vaciar tu mente de toda idea que no sea la de los habitantes de una historia espectacular o trágica, una muerte, un viaje, una seducción o un delirio.

Y yo te pregunto, ahora que has devenido en lector de mi prosa simplona, ¿seguirás con tu lectura luego de saber que éste es un no-cuento? Luego de saber que he roto con las reglas de: introducción, nudo y desenlace… Mágica fórmula que inventaron escritores para complacerse entre ellos y establecer reglas para que la literatura siguiera un orden y nadie se atreviera a patear el tablero con una formula que otros no conocieran…

¿Quién le pide cuentas al destino cuando una historia cotidiana se queda hecha un nudo de por vida?
¿En qué jurado impugnamos el voto cuando un desenlace nos precipita el escaparate sin previa introducción, ni conflicto?
¿Y qué hay de cuando despertamos personajes de un cuento que alguien más escribió y las opciones de final que el guionista ofrece, no se parecen en nada a nuestros más íntimos sueños?
¿Acaso no te has sentido tentado a escribir tu propio cuento, inventando escenarios, tiempos y personajes?

Yo ya lo hice, pero innumerables paradojas entorpecen la publicación de mis historias en tiempo real. No encuentro los personajes reales y la trama es demasiado simple para que sea comercialmente aceptable: no hay muerte, ni mentira, ni complot, ni malicia.

Hoy escribo desde mi postura póstuma, mi musa se ha dormido en la mano del escribidor de mis días y una peste de ausencias y rutinas ha corrompido cada músculo y cada hueso, mientras mi aliento y latido hibernan entre muros que devuelven sólo sombras.

Yo he golpeado todas las puertas, hice eco cada grito, envié miles de cartas, y he poblado los mares con mensajes irreverentes, he llorado todas mis lágrimas y reído todas mis risas.

Te regalo mi no-cuento para que escribas lo que no puedo, intervengas mi editorial y sacudas el universo.

Yo estoy de piquete domiciliario, no hay más globos ni mensajeros, ni mediadores ni anestesistas. Sólo infinitas copias de esta burla de cuento que ha llegado a tus manos para provocar tu escritura.

Yo sigo aquí, esperando ser el personaje de tu cuento.

Soledad Lorena
Agosto de 2004
Carta para el amor de vida
que no conozco ni recuerdo.

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