viernes, 30 de diciembre de 2011

Esbozo de Poema

Nunca supe tu geografía
apenas si crucé la frontera
de tus manos en mi piel,
mas si recuerdo la dimensión
entera de tu abrazo,
el manantial de tus besos
el susurro de tus labios
la caricia de tus ojos;

la visión de la luna
reclinada en tu pecho,
las cartas releídas
hasta que el lápiz
se hacía tinta en mi sangre;

bailar hasta cansarse
y saberte tan pleno
tan galante y tan audaz,
reir, disfrutar, creer,
entregarme en tus brazos
y sentirme feliz
en la diminuta burbuja
donde un lento romántico
me acurrucaba en tu pecho.


Breves, imprecisos, efímeros,
pequeños instantes
que el olvido no pudo
desterrar de mi mente.

Después, el funeral de palabras
el cortejo de sentencias
los decretos de silencio.

Nunca supe si me amabas
y sin embargo parecía
que me alcanzaba con amarte
e inmolarme en la poesía del exilio.

Cada tanto te recuerdo,
a veces te busco
como quien vuelve de la guerra
e intenta reconocer los habitantes,
pero tu nombre es ajeno
a mis hojas de ruta.

Hoy recordé la hoguera,
aquella donde arrojé tus cartas
y los más preciados recuerdos,
donde juré no nombrarte,
dónde creo haber mancillado
los pétalos que nunca robaste
los colores que nunca desnudaste,
la alegría de estar enamorada
la paz de saberme respetada
la inocencia de ignorar el mal
la fe de esperar tiempos mejores.

Nada sé de tus latidos,
apenas intuyo tu domicilio
y sin embargo
basta una esquina, un pariente
un barrio que te nombre
y mi corazón se acelera
temeroso de encontrarte,
incapaz de fingir
que con el paso del tiempo
he logrado olvidarte.

Soledad Lorena
Madrugada 03.30 am
30 de diciembre de 2011
Haciendo las paces con el pasado,
con el principio de todas las guerras
y el orígen de todas las muertes.

(Aquellos que tanto me amaban, te alejaron de mi vida, porque nunca te miraron, porque nunca me escucharon.  Me dejé guiar hacia el oscuro cadalzo de la desazón y bajo los pies de un verdugo que maldecía el amor, murieron todas las flores que nunca pude entregar a tu corazón.)






















martes, 20 de diciembre de 2011

Poesía hecha canción

Invictus

Out of the night that covers me,
Black as the Pit from pole to pole,
I thank whatever gods may be
For my unconquerable soul.

In the fell clutch of circumstance
I have not winced nor cried aloud.
Under the bludgeonings of chance
My head is bloody, but unbowed.

Beyond this place of wrath and tears
Looms but the Horror of the shade,
And yet the menace of the years
Finds, and shall find, me unafraid.

It matters not how strait the gate,
How charged with punishments the scroll.
I am the master of my fate:
I am the captain of my soul.

William Ernest Henley