lunes, 21 de octubre de 2019

Reescribiendo a Brunilda

"Cuando Brunilda, la más famosa de las valquirias, decidió desobedecer a su padre Odin/Wotan, para ser fiel a su intuición, el padre la condena a vivir aletargada en un círculo de fuego, en Soledad, hasta que la libere un amor puro "
Texto adaptado del original de Fabiana Daversa
Del libro Mujeres Desobedientes
Capítulo de Brunilda, la preferida del padre


Reescribiendo a Brunilda

Brunilda siente el círculo de fuego acercarse, el sopor del letargo ha devenido en insomnio; su vestido se tienta con las llamas ardientes; no cree en conjuros de caballeros que la salven y el cielo se muestra desafiante, exultante de espacio y promesas de vuelo.

Brunilda respira, compás, ritmo y cadencia; respira con la música de su Alma; respira recorriendo su cuerpo con su aliento divino; respira y los nombres se borran en remolinos de aire.

Brunilda ya no reposa, no espera, no acata, no obedece, no perece.

Brunilda se desnuda y se alza como una amazona, voluptuosa y jugosa.

Brunilda respira, cierra los ojos y despierta. Danza y respira, late y suspira, florece y medita.

Brunilda respira y se ríe. Su risa resuena en los confines y espanta los fantasmas. Su risa susurra sortilegios entre las llamas que juegan a devorarse un vestido que ya no la contiene.

Brunilda se aleja del círculo de humo, ligera y sensual, sutil y audaz. Le crecen rosas en los pechos y jazmines en la cintura; hilos de seda alargan su cabellera y besos de miel dibujan nuevos suspiros.

El mar la invita tenaz y sorprendente. Brunilda no sabe nadar aún, pero acepta el reto y se zambulle.

Brunilda respira y baila, respira y nada, y en la curva de una ola, escribe un poema para construir su primer velero.

Soledad Lorena©
Tejedora de Palabras
Susannah Lorenzo
Tejedora de Puentes
Madrugada
21 de octubre 2019

Gracias a Fabiana Daversa por brindarme un espejo y ayudarme a reconocer las pruebas.
Gracias a Alicia por acompañarme en ese instante donde el fuego era más real que mis alas.


jueves, 17 de octubre de 2019

Dique

Bajo el paredón de cemento
siento palpitar el agua contenida,
los latidos marean el sentido
y apuro el paso sobre el dique,
sabiendo que algunas aguas
no conocen de cálculos
y desafían intelectos.

El agua pulsa sobre el hormigón,
instala una tortura constante
hasta que la rigidez
se quiebra, se agrieta,
estalla o se derrumba.

El dique quisiera desgranarse
de a migajas,
el agua quisiera ser
el curso manso
que no sabía de fronteras.

Soledad Lorena
© Derechos reservados
17 octubre 2019

Susannah
Descubriendo las raíces
de semanas intensas de dolor crónico.

lunes, 7 de octubre de 2019

Alhelíes en el mar

Tuve que pararme a tu lado
para descubrir distancias,
tuve que golpear tu puerta
para entender que no era bienvenida.

Fui el arco, el puente y la baya
que inevitablemente se despoja,
un espejismo de regazo
una ilusión de cunas y abrazos,
un manto doliente
de caminos desencontrados.

Con amar no alcanza,
una se deshoja en esperas
y se cansa de encender faros
en mares que nadie añora.

La mujer madre se ha ido
con una bandada de gaviotas
agitadas en el silencio
de nombres que dibujan
vidas llenas de eufemismos.

Tengo la piel tatuada
con esencias que ya no florecen,
la memoria repleta de sonrisas
qué ya nadie recuerda.

Es hora de hacer cenizas
con sueños de fechas caducas,
es tiempo de soltar amarras
en barcas que ya no navegan.

En el océano de la vida
todos los ríos olvidan su fuente,
la lluvia se confunde
entre el suspiro y la lágrima.

Entonces, cuando el viento
deposite alhelíes en la faz del mar,
los pétalos y las gotas
quizá se miren
se besen al descuido
y en regocijo dancen
sobre la paz del tiempo.

Soledad Lorena
Tejedora de Palabras
© Derechos reservados
07 de octubre de 2019
Amor de Madre