lunes, 10 de marzo de 2014

Borde

Hay una cornisa
que deviene en cuerda floja
donde sólo se camina descalza,
donde el horizonte se esfuma
y el tiempo es incierto.

Como en el filo de una espada
todo y nada es posible,
pararme frente al espejo
y desafiar la navaja
hasta verme como un monje;
inaugurar una pipa
con aromas desconocidos
que me rapten del presente
y aspirar las penas 
que se mecen en el viento;
desafiar la muerte
que aprendí a respirar
y vivir a pleno
sin importar el qué dirán;
subirme a mis zapatos rojos
y bailar con vestidos de gasa
o simplemente
tatuarme la esperanza
donde vivían cicatrices.

Sin embargo el borde
nos recuerda el cansancio
y tienta el trampolín
para lanzarnos en caída libre,
nos anima a cruzar el portal
y deshacernos en cenizas,
juega ruleta con la cordura
y entretiene las pesadillas,
hace tratos con los relojes
disimula los alambrados
y proyecta espejismos
en las rutas que nadie transita.

En ese breve instante
los cobardes se alinean
y marchan a paso seguro,
los valientes en cambio
desnudan el coraje
para cruzar a nado
el océano del dolor.

Unos despiertan santos,
unos amanecen sabios,
otros se declaran locos
y otros sencillamente
emprenden el vuelo.

Soledad Lorena
09/10 de marzo de 2014