viernes, 18 de abril de 2008

Sobre mujeres y relaciones

9 de cada 10

Seguramente, le va mejor a las mujeres que no dicen toda la verdad, a las que esgrimen estrategias y analizan cada paso como felino al acecho. Las que no dicen todo lo que sienten o no sienten todo lo que dicen, pero que en definitiva negocian la entrega de su amor en cuotas para asegurar la presa de turno.

También le va mejor a las mujeres monofásicas, que sólo pueden hacer una cosa bien, digamos mejor, cumplir un solo rol. Las abnegadas, de buena imagen, maternales y que cumplen con los cánones sociales son siempre las esposas ideales (no importa si son frígidas, o tienen fantasías con un actor, o tienen una aventura con su profesor de aerobics o retoman sus estudios para tener nuevas experiencias, o les “duele la cabeza” cinco de cada siete días).

Las fogosas, apasionadas, mimosas, y capaces de hacer volar a un hombre (como dice Girondo, sólo puedo hacer el amor mas que volando), esas, son las mejores amantes, relegadas a un puesto en el banco de suplentes de por vida, quizá porque si jugaran de titular, 9 de cada 10 hombres no sobreviviría al ritmo (o su orgullo no lo aceptaría) de amanecer cada día con besos y hacer el amor más de 7 veces por semana (dije hacer el amor, no tener sexo); porque no hay nada como las siestas, los imprevistos y las mañanas, amen de la seducción de todo un día florecida en un vuelo nocturno.

Las inteligentes, prácticas, ejecutivas, capaces de tener su propia caja de herramientas, de manejar toda una empresa o negociar el mejor contrato; son las que ocupan el lugar de las profesionales, tildadas de híbridas o demasiado masculinas, ideales como co-equiper o socia de negocios (si el hombre es lo suficientemente inteligente), pero no como compañera de vida. Convengamos que 9 de cada 10 prefieren una mujer que no piense.

Están las otras, las sensibles artistas que cansadas de probar tanto hombre hueco, terminan compartiendo experiencias entre ellas. Hay otras, pero con los 3 primeros modelos se definen los grupos más comunes de mujeres y por deducción o resultado un sólo grupo de hombres (9 de cada 10) que mantiene contacto con los 3 grupos y se "abastece” de lo que le viene bien de cada una.

Ahora bien, si se cruza con una mujer multifacética, o mejor dicho que trabaje en varias fases (trifásica como mínimo), un detector lo alerta, se refugia en el más moderno bunker antiatómico y guarda la suficiente distancia para no enamorarse ni comprometerse. Porque encontrarse con alguien que cumpla todos sus sueños, cubra todas sus necesidades y hasta haga realidad sus fantasías (y mantenerla a su lado), implica: entrega, coherencia, verdad, trabajo constante consigo mismo y cuidados continuos para con la relación. Siempre digo que las relaciones afectivas, con quienquiera que sea (pareja, hijos, amigos), son como un jardín y que el acto de amar es como la Ceremonia del Té.

Demasiado trabajo (para 9 de cada 10), es mejor quejarse de lo que uno no tiene que trabajar por lo que se quiere; es mejor emparchar el ventanal con retazos de diferentes colores y texturas, que cambiar por un cristal completo que permita una visión entera y diáfana del adentro y del afuera, del otro y del yo.

Todo para justificar o hacer comprensible un pensamiento que dista del que tienen 9 de cada 10.
Soledad Lorena
Febrero 2004

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