jueves, 14 de febrero de 2008

Pétalos sin amor


De repente, después de tanto sufrir por amor, después desear que el dolor desvanezca junto con nosotros en una inyección letal de olvido, nos encontramos en un desierto de emociones, donde el amor parece haber olvidado nuestro rumbo.
De tanto buscar una pócima que borre nombres y heridas, de tanto anestesiar el látido y desangrar las lágrimas en un reloj de arena, finalmente nos sorprende una rara sensación de vacío.
Sin amor, sentimos que la vida nos abandona, o quizá nos damos cuenta que en algún punto del sufrimiento abandonamos la vida y así, karma va, karma viene, nos dejamos llevar por el temor al dolor.
Nada punza, nada ata, nada rompe el corazón en pedazos, nada nos conmueve, nada nos llena de cosquillas o mariposas, nada ni nadie nos aturde y nos confunde.
De repente, parece, somos seres normales, haciendo cosas normales.
Quizá de algún modo, este vacío duele más que el desamor. Quizá tanta cobardía ajena nos invito a crear nuestra propia cobardía.
No deberíamos renegar del amor, no deberíamos escapar, porque al hacerlo, huimos de nosotros mismos y nos perdemos en un desierto donde no florece el amor, donde los pétalos del alma se deshidratan en un mar muerto sin lágrimas.
Es realmente extraño, vivir sin estar enamorado.
Soledad Lorena
14 de febrero

2 comentarios:

Julio dijo...

Vivir sin estar enemorado no es extraño. Sencillamente no es vivir. Sin embargo, vamos por la vida de todas maneras, como zombies. Nos convencemos de que lo que tenemos es amor, o de que ya llegará, o de que no podemos tener nada mejor. Así nos adormecemos y nos anestesiamos como decís vos. Nada llega, nada que pueda cambiar nuestra tranquila y apacible vida. No sea cosa que aparezca alguien por quien tengamos que jugarnos todas las fichas, a riesgo de quedar quebrados. Al menos es mi caso, no puedo generalizar. Espero no ser uno de quienes ayudó a endurecer tu corazón. Un beso.

Susannah Lorenzo dijo...

Cierto Doc, creo que vivir sin amor y sin pasión es como pasar simplemente por la existencia, sin dejar rastro ni huella ni en los demás ni en uno mismo.
No he sido de tu club, anteriormente, siempre en mi perinola, fue todo o nada; y quizá de tanto dar el todo, de tanto arriesgar, me quedé sin nada. ¿Será así?
Pero pintas el vivo retrato de quienes apuestan centavos y reclaman el todo.
Sip, eres uno de los caballeros que ayudó a endurecer mi corazón, no porque de ti estuviera enamorada, sino porque eras alguien que debía ayudar y que podía ayudarme y tu mente pudo más que tu corazón.
Pero no hay heridas amigo mío, cuando un corazón se deshace en desiertos de arena y sal, ya nada parece doler.
Eso es lo grave.
Gracias.
Un recuerdo