sábado, 25 de julio de 2020

Cuando sea famosa

Para muchas personas la fama está asociada con valor agregado, calidad y reconocimiento.  Es decir, una marca, un artista, un producto o un servicio merece ser pagado con grandes sumas de dinero tan solo por haber llegado a la fama y estar en boca de miles y miles de personas.

Hace algunas semanas, una vieja amiga hizo un comentario en uno de mis escritos o publicaciones en Facebook.  De alguna manera valoraba, apreciaba o elogiaba mi creatividad y terminaba su comentario con “deberías escribir un libro”.  A lo cual respondí que tengo muchos libros escritos y editados (en forma independiente). En realidad, tengo al menos una docena de libros publicados en diferentes formatos.  Entonces, ella respondió con algo parecido a: “me refería a una escritora famosa”.

Veamos, ni ella, ni mi familia (salvo dos de mis hijas que han comprado los libros infantiles para mis nietos), ni la mayoría de mis contactos/conocidos/amigos, han comprado o tienen planes de comprar mis libros. (Tengo un par de amigas que siempre compran, difunden y comparten.)

Me quedé pensando en su visión de escritora famosa y por supuesto, no seguí el intercambio de comentarios.  ¿Acaso un escritor no se hace famoso luego de vender muchos de sus libros?   Para eso, estaría muy bueno que cada persona que disfruta de mis escritos y publicaciones, comenzara por comprar al menos un libro.  Luego, podría regalar mis libros para fechas especiales; y entonces, tarde o temprano, vendería tantos libros, que podría ser famosa, sin mediar ninguna editorial. 

¿O un escritor se hace famoso cuando una gran editorial invierte muchos billetes en campañas de difusión y publicidad, presentación y firma de libros y charlas TED?

No es la única persona que mira a la literatura desde ese lugar.  Cualquier lector que visita librerías o compra libros on line, preferirá comprar libros de una editorial reconocida y famosa, antes que apostar a un escritor independiente.


Para publicar en formato tradicional hace falta una gran inversión, para luego tener cajas de libros apiladas en nuestra casa, y vendiendo los ejemplares a precio de costo para poder sobrevivir; o bien, hace falta tener un producto comercial que sea intervenido por editores expertos que nunca llegaron a ser escritores pero que saben qué título, qué palabra y qué tema vende más en este momento.

Los escritores famosos se vuelven esclavos de sus seguidores/lectores que no les perdonan cambios de estilo, tema o finales poco acordes a trabajos anteriores.  El mercado es cruel.  Los escritores 'casados' con alguna editorial terminan escribiendo por obligación y no necesariamente lo que tienen ganas de escribir.

En esta era visual, un libro o escritor famoso es aquel que puede ver su historia o novela en la pantalla del cine, sin importar qué tanto el director cambie el argumento original o los personajes que el escritor vio con su imaginación.



¿Alguna vez me imaginé alguno de mis libros en una película?  
En general, cuando escribimos, vemos las escenas en nuestra mente, los personajes tienen aromas, cadencias, acento, ruidos y tonos de voz.  De algún modo, cada cuento, historia o novela es una pequeña película en nuestra imaginación.  Probablemente, si hemos escrito bien, escenas similares se proyecten en la mente de nuestros lectores.  

Como lectora asidua doy fe de que muy pocas películas son fieles al libro original y no sé si podría aceptar un rédito económico a cambio de ver mi historia destrozada o mis personajes bastardeados de alguna manera.

Pero si existiera tal posibilidad, de una película con todo mi aval y asesoramiento, sería seguramente La Posada de los Muertos.


Mientras tanto, la literatura /edición independiente me permite ser dueña absoluta de lo que escribo y cómo lo escribo y viajar alrededor de diferentes estilos y escribir para diferentes segmentos o variar de intensidad y profundidad, así como de temática.  Puedo estar segura que el título, el contenido y el diseño son coherentes con la inspiración y la creatividad pura que me hace sentir viva.

Como en todo lo que hago en la vida, prefiero calidad y no cantidad.  Es decir, prefiero llegar al corazón y el alma de mis lectores, aunque sean menos de 100 y que mis libros (ahora sus libros) sean leídos y compartidos una y otra vez.  ¿De qué me serviría miles de libros que nunca provocaron, rozaron, movilizaron o sanaron el corazón de mis lectores?  ¿De qué me serviría vender cientos de libros impresos en formato tradicional a personas que comprarían solo por compromiso o para coleccionar en sus bibliotecas?

¿Cuál era mi sueño de niña y adolescente? Ser escritora.  Lo soy.  Quizá, no del modo que imaginé.  En esa etapa de mi vida estaba aún contaminada por estándares de la sociedad que nos etiquetan y nos encasillan en moldes impecablemente iguales.

Probablemente, muchas de las personas que ahora no compran mis libros, lo harían si estuvieran exhibidos en una gran librería, o una editorial de renombre anunciara mi nombre y mi foto con bombos, platillos y luces de neón.


Esas personas, se pierden la calidez, la magia y el arte del trabajo dedicado en el que cada Libro Objeto es una pieza única y tiene gran parte de mi corazón, mi energía y mi alma en cada detalle.  Quizá, cuando sea famosa, no podré responder personalmente sus correos, ni tomar unos mates o una taza de té cada vez que pasan a comprar un libro, ni podré intercambiar mensajes de audio con mis lectores que viven en otras ciudades o países. Seguramente, ya no habrá señaladores o tarjetas personalizadas, no habrán ilustraciones coloreadas a mano, ni cuentas de colores, ni aromas únicos impregnados en cada entrega.  Cada libro será perfectamente igual a otros miles de libros y habrá pasado por cientos de manos hasta llegar a las tuyas.

Quienes han recibido como regalo o han comprado algunos de mis libros editados en formato artesanal, pueden dar fé de que son libros para disfrutar con todos los sentidos.  Y desde ese placer táctil, olfativo y sensual, la lectura llega por Puentes diferentes a la mente, el corazón y el alma de cada lector.



Hace ya bastantes años, presenté Cuentos Cuyanitos a un par de editoriales con sede en Buenos Aires.  Mis escritos fueron devueltos con cientos de comentarios, tachones y círculos en diferentes colores.  Alguien, con muchos años de trabajo como editora y sin haber pisado jamás la zona de Cuyo o una finca del interior, decidía sobre vocablos, giros y párrafos que debían ser cambiados o eliminados.  Sentí, al ver esa revisión, que esa persona no había sentido las historias.  Estaba, además, juzgando como adulto, una historia que debía ser disfrutada por niños.  Fue entonces, que decidí no golpear más puertas, ni prostituir mi estilo o mi creatividad a cambio del aval de un sello editorial.  Me basta con que personas adultas de diferentes países se hayan emocionado al leer Espantapájaros (una de las historias de Cuyanitos), o que los niños se diviertan leyendo las historias y puedan imaginar mundos y lugares que nunca han conocido de forma real.

Como todo artista, escritor o artesano, me encantaría vivir de lo que amo hacer, que mis libros se vendieran de tal manera que los ingresos me permitieran vivir cómodamente y seguir escribiendo o publicando.

Hasta ahora, he regalado, vendido a mitad de precio y sorteado más libros de los que he vendido en su justo valor.  Creo, que cuando comencé a regalar y sortear libros y cupones de descuento, imaginaba que esos lectores, que en forma privada elogiaban mis historias y poemas, elegirían luego mis libros para regalar a otras personas, o al menos recomendarían mi trabajo literario en las redes.  Son muy pocas personas las que reciben algo gratis (ya sea un libro, un servicio o cualquier otro premio) que se toman el tiempo de hacer una devolución pública que sirva para difundir lo recibido.  Creo que también, cuando lo que reciben está conectado a sus emociones y el puente entre su alma y su vida mundana, se lo guardan como un secreto, sintiendo vergüenza o temor de ser juzgados por su círculo familiar o de amigos.

Es que en general, se compra, se comenta, se comparte o se regala, lo que se considera de moda o socialmente aceptable para el grupo que rodea a cada persona.

Escribo poesía, cuentos, novela corta, historias infantiles, cuentos terapéuticos, reflexiones, crónicas y algo más.  O sea, que tienes diferentes estilos para elegir y darle una oportunidad a mis libros. Puedes encontrar gran parte de mi trabajo literario en formato de audio en mi canal de YouTube o puedes descargar material gratuito desde mi página web.  Incluso puedes disfrutar de una Sala de Lectura en mi página web, para conocer cada uno de los estilos y libros.


Si no estás seguro de qué libro regalar, puedes escribirme por correo o whatsapp (aprovecha ahora que aún no soy famosa) para que te oriente sobre la temática o el estilo que sea más adecuado para la persona que lo recibirá.

Si ya has leído alguno de mis libros, te aliento a que te animes y dejes tu experiencia por privado o en forma pública.  Puedes hacerlo en mi página web, en la fan page de Facebook o debajo de los vídeos en  mi canal de YouTubeTu recomendación, tus vivencias, tu experiencia de lectura pueden ser la invitación que otra persona necesita para acercarse a mis libros.

Puedes descargar Tejedora de Cielos en este enlace.

Como siempre, te escucho y te leo.

Soledad Lorena
Tejedora de Palabras
Susannah Lorenzo
Tejedora de Puentes


Puedes auspiciar mi trabajo literario en estos enlaces.
Desde ya, muchas gracias.

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2 comentarios:

Unknown dijo...

Muy buen articulo Sue!!!lamentablemente ese sistema afecta a la literatura y otras formas de arte,como la música ,el cine y TV,etc...solo importa lo que cumple ciertos parámetros impuestos por una industria prostituida...y me impacto la manera como escribiste lo que hicieron en la editorial con los relatos Cuyanitos,muy triste como jjuzgan los trabajos y en muchos casos desconociendo aspectos culturales regionales...

Susannah Lorenzo dijo...

Muchas gracias por tu comentario y tu valoración. Creo que de a poco se puede rescatar ciertos valores