domingo, 11 de octubre de 2020

La Bruja de los Besos

 Me sano

Te sanas


El agua cristalina y tibia los envolvía sugerente, jugaban como niños, apoyaban los pies en uno de los bordes de la pileta, flexionaban las piernas y se impulsaban hacia atrás para medir quién llegaba más lejos. Reían con complicidad y ternura, se rozaban sin malicia y se hablaban sin palabras. Otras personas en la pileta los miraban curiosos. Se acomodaron en uno de los bordes de la piscina para devolver las miradas y desafiar los testigos;  él cruzó su pierna sobre la de ella, sin despegar un centímetro su cuerpo, ella lo miró intrigada y él simplemente sonrió para desarmar todas sus defensas.

Se despertó turbada por las emociones del sueño y el calor de la siesta que la había sorprendido bajo una manta. El sueño había sido tan real que el cuerpo guardaba la memoria de los momentos compartidos.  Miró su celular y entre las notificaciones de las redes sociales, había una de ese hombre más joven al que nunca había mirado como un sujeto deseable. Sincronicidades inexplicables…



Entonces recordó otros sueños, otros hombres, otras sensaciones, conexiones en el cosmos sin fronteras, puentes dibujados en algún lugar del infinito.  

La primera vez que sucedió, ella creyó que ese hombre tímido siempre atento y respetuoso, escondía sentimientos que no se animaba a expresar. Cada vez que ella soñaba con él y se encontraban en algún puente energético, se producía alguna clase de contacto, un mensaje, un llamado, una visita inesperada.  Más temprano que tarde, se dio cuenta que él solo buscaba el refugio de su paz, la energía sanadora de su espacio, la confidencia en sus momentos de angustia y a veces, se convertía en apenas un mensajero que el universo necesitaba para que ella resolviera asuntos terrestres.

Por eso, comenzó a ignorar, enojarse, frustrarse o sentirse culpable cada vez que en sus sueños, su piel se rozaba con el nombre de un rostro conocido y se despertaba con besos que palpitaban en su pecho.



El sueño de la pileta aún agitaba sus aguas y su río estaba despierto en remolinos de vientos sagrados.  ¿En qué se parecían todos los hombres con los que había soñado durante su celibato voluntario? Los conocía o los había conocido en persona, estaban solos o mal acompañados, eran mal amados, se amaban poco y no sabían o no estaban dispuestos a  amar intensamente; todos eran queribles pero no deseables, eran más jóvenes y desafiaban todos sus prejuicios.

Encendió un sahumerio, buscó sus aceites, dejó que su piel se volviera transparente bajo el sol de la tarde. Se dijo todas las cosas bonitas que había aprendido a decirse, jugó con sus pliegues y sus curvas, navegó humedades y se convirtió en un río dulce de almendras  y jazmines. Cuando la miel de sus labios cuajó en el punto justo, exhaló su magia para alcanzar al hombre de la pileta, descubrió su espalda, le besó la mirada, abrazó sus miedos y le susurró al oído: ‘me sano, te sanas'.  Él le devolvió la sonrisa y se enredó en las ondulaciones del río que bailaba suavizando corazones. Ella sintió algo en su boca, la herida que llevaba una semana sin cicatrizar en sus labios, pulsó al ritmo de su placer y floreció en un suspiro sin nombre; acaba de convertirse en La Bruja de los Besos.

El guardián de su mente (sí, ella tiene guardianes masculinos y crueles en su mente) la increpó: ‘¿Acaso no ibas a mantenerte virgen y casta para el buen amor sin invocar jamás el nombre de alguien sin su permiso?’

Ella se sacudió el espejismo sobre su hombro y sin dudarlo respondió: ‘Estoy aprendiendo a amar sin esperar nada, a aceptar y honrar hombres con defectos: espaldas imperfectas, pectorales sin turgencia, abdómenes excedidos, cabelleras desparejas, miedos encarcelados, heridas desatendidas, zapatos inadecuados, ropas desaliñadas. Ya no pretendo salvarlos, curarlos o amarlos; no espero que me amen, me miren o me busquen;  solo dejo que el río fluya y su cauce encuentre las rutas dibujadas en los sueños.’




Sucedía siempre en domingo, a veces de madrugada, a veces en la siesta, no los elegía, simplemente invadían su sueño espeso y profundo.  Cada encuentro era diferente y nunca sabía lo que cada quien traería consigo.  A algunos los besaba en los ojos, otros en la frente, algunos en sus labios sugerentes, a veces los besaba en la espalda, otras veces les besaba las manos; pero inevitablemente les besaba el corazón. Sus almas estaban ahí aún palpables de cada sueño y participaban sin recelos ni armaduras, dejándose besar y muchas veces, besándola donde ella ya no guardaba memorias.

Ellos comenzaban su lunes con un aire distinto, se despertaban besados y con ganas renovadas de amar y descubrir.  Intentaban recordar sus experiencias oníricas, pero no había nombres ni rostros, solo ese sabor a almendras y ese aroma a jazmines que los cubría por dentro y por fuera.  Se miraban al espejo y sonreían.  Se palpaban el pecho descubriendo una sensación que jamás los había habitado.

Ella no necesitaba averiguar, ni escribir ni llamar.  Siempre había algún mensaje, que nunca demoraba más de una semana, un comentario casual, una voz encendida, una sonrisa diferente en esas fotos distantes, la confirmación de que sus besos se habían posado y un batir de alas les había dibujado nuevos cielos.



Comenzó a preocuparse, a pensar que quizá el buen amor no llegaría, si ella estaba ocupada respondiendo al llamado de almas en sus sueños. Convocó a los guardianes de su mente, porque su corazón se sentía pleno con esos instantes sin cuerpo ni espacio. Entonces, el guardián más viejo se sentó aburrido de no tener trabajo y le respondió claramente: ‘Cuando ya no busques, ni esperes, ni juzgues, ni anheles, ni ansíes, ni siquiera en el rincón más pequeño de tu ego; el buen amor se anunciará en tus sueños y recitará en tus labios las palabras sagradas y al despertar, una voz hará eco en tu piel para decirte: “Es tiempo, ya estoy aquí.”Tu  Alma lo reconocerá por el roce de sus silencios en tu cuenco vacío.’

Soledad Lorena©

Tejedora de Palabras

Susannah Lorenzo

Tejedora de Puentes

Derechos Reservados

Domingo 11 de octubre de 2020


No hay comentarios: