Aquel que se niega al amor
no es más que un niño lastimado
que eligió hacer de su herida
su credo, su morada
y su razón de vida.
Arrojar piedras al camino
lo distrae del viaje,
evitando aventurarse
en los meandros de su corazón.
Porque para amar es necesario
desnudar el alma,
reconocerse vulnerable
y buscar el abrazo
en los ojos piadosos
de quien no sabe odiar.
Soledad Lorena ©
Tejedora de Palabras
Derechos reservados
Susannah Lorenzo
Tejedora de Puentes
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