
Un vacío de promesas
mundanas
un
silencio de certezas humanas
un
abismo de formas tangibles
un
desierto de ruidos banales;
sólo
la promesa de un Dios que me ama
y
el potencial infinito
de
sus milagros por venir.
Un
hueco en el tejido desprolijo
de
una trama que se deshace
como
hebras apolilladas
de
una vida que ya no pulsa;
sólo
el aliento que sostiene
el
telar Divino que anuncia
diseños
jamás conocidos.
Una
madriguera de conejos blancos
que
se multiplican como meandros
de
ríos que no encuentran su cauce,
como
mariposas con alas inquietas
dentro
de crisálidas que jamás despiertan;
sólo
el susurro que vibra en el vacío
pronunciando
palabras de Gracia.
Una
profundidad que parece no tener fin,
una
oscuridad que se extiende
más
allá de lo perceptible,
un
pozo, un agujero negro,
un
nodo sin tiempo ni espacio;
sólo
cuando cierro los ojos
puedo
ver la luz que me habita,
único
candil que sobrevive la noche.
¿Cuántas
mariposas nacen en un día?
¿Cuántas
mariposas mueren cada noche?
¿Cuántas
mañanas despertamos como oruga
para
tejer nuevamente alas de colores?
¿Cuántas
veces florecemos
como
rosa en primavera?
¿Cuánto
dura el invierno
sin
pétalos ni perfumes?
Allí
donde el sol parece no brillar
las
capas oscuras del suelo
gestan
vidas silenciosas,
albergan
semillas sin nombre
y
nutren raíces añejas.
Lo
que parece escondido
puede
alumbrar un tesoro
que
en la quietud de la noche
recuerda
que fui polvo de estrellas.
Soledad
Lorena©
Susannah
Lorenzo©
02
de noviembre de 2025
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