se han escurrido por las grietas,
los relojes se han desnudado,
y la tierra labrada del huerto
ha quedado virgen y liviana
en las comarcas de nuestro corazón,
al viento soltamos los olvidos
dispuestos a escribir
historias jamás contadas.
El suelo se esmera en su lisura,
la hoja encandila en su blancura,
mas en los viajes oníricos
donde la sombra sale por las noches
a danzar sus desdenes y condenas,
basta una partícula de polvo,
una gota de tinta sin palabra,
una hebra despojada de telar;
y desde la profundidad
de la tierra estéril,
un brote rompe impávido
la prístina perfección del olvido.
Apenas un brote
con aroma a pétalos
que alguna vez alucinaron
amores, sueños y verdades.
Cuando el carcelero duerme,
una sueña que besa
y en el beso el corazón palpita.
Al despertar,
los labios temblorosos
se encienden con el aire
de una presencia
que ignora los exilios.
Soledad Lorena©
Sábado 27 de junio
Para olvidar, hay que dejar de sentir.
Para dejar de amar, hay que secar el río
después de haber inundado los cauces
y haber conocido la inmensidad del mar.
Susannah Lorenzo©
Derechos Reservados
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