CarromatosCada desayuno al amanecer, cada momento en una estación de servicio disfrutando el olor a combustible y el ir y venir de camiones, cada nueva partida, cada ruta por descubrir prometía una aventura diferente. Sin embargo, al llegar, una nueva rutina se instalaba, un paredón que nos aislaba de cualquier ser extraño porque todo lo desconocido y diferente era un peligro inminente. No hubo nunca ni telas de colores, ni fogatas a deshora, ni cuentos mágicos, ni danzas ancestrales. Parecía yo una gitanilla nacida en una tribu de nómades urbanos, ateos de toda religión y arte.Demasiados desconocidos y ningún lazo. Demasiadas casas y ningún hogar. Demasiados sueños y ninguna risa. Demasiados poemas que ocultar. Demasiados dibujos que anunciaban que lo divergente se condena.Ni siquiera la ciudad natal nos reconoce como propios, somos forasteros en cada sitio que intentamos dibujar una raíz. Lo peor, quizá, fue creer que después de algún aeropuerto, alguna terminal, encontraríamos tal vez, un retazo de cielo, una aldaba latente, un correo inaugurando un destino certero.Sin embargo, seguimos caminando, andado y recorriendo, vagando como cuando niña, con los sueños gastados, la esperanza marchita y las manos cansadas de dibujar mapas que el viento nos arranca.Del otro lado del alambre, un par de camisas blancas nos esperan deseosos de hacer un último intento de volvernos cuerdos y normales.Del otro lado del vidrio, tantos insensibles que no comprenden siquiera el sufrir de un corazón desnudo.De este lado, los despojos, las maletas, los nombres que nadie pronuncia, las lenguas que nadie comprende.Soledad LorenaSeptiembre 2010Fragmento del Libro: A Solas
Soledad Lorena es el seudónimo que
elegí a mitad de camino entre la niñez y la adolescencia.
Técnicamente es un juego de
iniciales, Soledad por Susana, Lorena por Lorenzo; sin embargo Soledad es la
sensación que desde la timidez se adueñaba siempre de mis silencios. Mi hija mayor lleva el nombre Lorena, en
honor a mi seudónimo; porque con ella descubrí que la poesía se podía vivir,
además de escribir.
A esa soledad infinita que me
acompañó desde muy pequeña, primero llegaron los libros que me mostraron otros
mundos: El mago de Hoz, Alicia en el País de la Maravillas, Mujercitas y
Heidi. Con los libros yo podía estar
donde quisiera y sentirme a salvo, podía juntar mis talones y encontrar mi
lugar en el mundo. Con la lectura
llegaron los primeros poemas. En
realidad, la escritura me vestía del coraje necesario para expresar mi
sensibilidad y me permitía el tiempo para encontrar la palabra justa. Un sueño,
un sentimiento, una verdad callada, un dolor insoportable, una alegría
inconfesable o un deseo secreto; se
convertían fácilmente en palabras, versos, estrofas y a veces en prosa.
Mi seudónimo fue en un principio el
pasaporte para dejar mi musa en libertad, lejos de prejuicios, condenas y
creencias limitantes. Soledad Lorena
podía viajar, vivir donde quisiera, ser feliz a su manera y decir todo lo que
sentía a corazón abierto. Con los años,
se convirtió en parte de mi identidad.
Alguna vez alguien me dijo que debía deshacerme de ese seudónimo y ser
simplemente la del DNI. Lo intenté, pero
cada vez que firmaba un cuento o un poema, sentía que era como firmar una
factura, un presupuesto o una traducción terminada.
"No se puede abordar la cuestión del alma femenina moldeando a la mujer de manera que se adapte a una forma más aceptable según la definición de la cultura que la ignora, y tampoco se puede doblegar a una mujer con el fin de que adopte una configuración intelectualmente aceptable para aquellos que afirman ser los portadores exclusivos del conocimiento."Clarissa Pinkola EstésMujeres que corren con los lobos
He aprendido a respetar y honrar cada uno de los talentos que vinieron
conmigo a esta vida. Soy un todo, un alma con colores y sonidos que muy pocos
pueden ver. Soy Susana Lorenzo, profesora y traductora de inglés, locutora y
productora radial, con múltiples aptitudes y experiencias laborales que van
desde secretaria ejecutiva a coordinadora de proyectos. Soy Susana, madre, abuela, hija y
hermana. Pero también puedo ser Susie la
cocinera creativa o la tejedora de mantitas que alivian las mañas de los más
pequeños. También puedo ser Meherdeep
Kaur (mi nombre espiritual), cuando me conecto con mi esencia y la luz de mi
alma para conectarme con tu esencia y la luz de tu alma. Puedo tejer, cocinar, desarrollar un
proyecto, traducir, enseñar, coordinar talleres o hacer meditaciones en
movimiento. Pero cuando escribo, cuando
mi musa se apodera de mis sentidos y me dicta versos o historias que antes no
existían, entonces, soy Soledad Lorena.
3 de diciembre de 2016
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