La Historia de Carolina
Mila amaba ese mapa planisferio. Le permitía recordar los nombres de ciudades y países que alguna vez había visitado; ríos, océanos y mares también. Imaginaba los animales y plantas que habitaban cada punto de ese mapa, los mismos seres que ella descubría en encicopledías y luego en canales de YouTube, gracias a sus nietos.
Aunque Mila, ya no está visible en este mundo, su nieta Carolina disfruta del mapa en la casa de su madre. Por eso, cuando la autora de Cuentos Terapéuticos, le pidió una imagen con el libro que había ganado en un sorteo, Carolina decidió que el mejor sitio de la casa para una foto, era junto al planisferio de la abuela Mila.
Carolina había conocido a Sazul en una de las Posadas de Merlo, San Luis, cuando el año 2019 recién comenzaba, gracias a un reemplazo temporal por las fiestas. Las dos habían coincidido bajo el augurio del nuevo año, el tarot, los geranios, los viajeros de paso y las despedidas.
Ambas aceptaron ese puente inexplicable que la Posada les había tendido y decidieron mantenerlo en el tiempo y la distancia.
Las lecturas de Tarot Evolutivo y las publicaciones de Puentes Literarios, fueron la excusa perfecta para cuidar de esa semilla que el inicio de año les había regalado.
En cada sorteo que Carolina participaba, el Universo le recordaba que su camino recorría los senderos de la magia y talismanes olvidados.
En el invierno, cuando ganó uno de los ejemplares de Cuentos Terapéuticos, no estaba segura cómo podría hacerse cargo de los gastos de envío. Sin embargo, algo en su corazón latía intensamente y no podía negarse al regalo. Si el Universo la premiaba con obsequios inesperados, había que simplemente aceptar.
El desanimo por la falta de dinero y trabajo eran sombras que se cruzaban en los mensajes que intercambiaba con Sazul, mientras analizaban posibilidades de envío. Cuando Sazul armó el paquete con el libro y una carta escrita desde el corazón, Carolina aún no tenía el dinero para retirarlo. Lo envío de todos modos, porque cada vez que hacía un sorteo, encomendaba a Dios y el Universo la elección de los ganadores. Si Dios había elegido a Carolina, Él tendría sus propios planes.
Mientras el paquete comenzaba su viaje, Carolina recibía una llamada de la Posada para cubrir un turno de reemplazo el fin de semana largo.
En menos de una semana, todo se había resuelto, Carolina tenía su libro, una temporada de trabajo y los talismanes volvían a guiñar su luz, en medio de la incertidumbre.
Cuando vio su foto con el libro publicada en Puentes Literarios, algo le llamó la atención del mapa. La calidad de la imagen no le permitía definir que era aquello que la atraía desde el planisferio: pequeños puntos o marcas debajo de los nombres de algunos países. De algún modo, al pararse delante del mapa, ella misma había quedado situada sobre el Océano Atlántico, entre América y Europa.
Estuvo todo el fin de semana largo con las preguntas en su cabeza, sin poder hacer tiempo para visitar a su madre y mirar detenidamente el mapa. Los turnos en la Posada eran intensos y además la habían llamado para cantar en un par de eventos. Estaba agotada, pero amaba cantar; cuando lo hacía, sentía que volaba con su voz y la música le llenaba el cuerpo de colores nuevos.
Algunos días más tarde llegó a casa de su madre con la excusa de tomar unos mates; no se atrevía a mencionar lo que había sentido mientras miraba la foto, quizá era sólo una ilusión óptica o la distorsión digital de la imagen.
Las marcas estaban en diferentes países y continentes, pero eran ilegibles a simple vista. Recordó que Mila guardaba una lupa entre sus cosas. Buscó entre las cajas archivadas y los recuerdos de su abuela: no sólo estaba la lupa, también había una bitacora gastada con anotaciones en tinta china; la misma tinta que se había usado para el mapa.
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En la Villa de Merlo, nadie sabe muy bien qué pasó con Carolina y el mapa de la abuela Mila. Muchos dicen que la vieron subir a un colectivo con varias mochilas, un viejo planisferio de escuela enrollado y atado con una cinta de seda y en su mano, un pasaporte y una bitacora envejecida.
Su mamá recibe cada tanto postales de lugares fantásticos, publicaciones de presentaciones musicales en pueblos mágicos y reseñas de eventos donde Carolina deslumbra con su voz.
Sazul recibe fotos de cada lugar donde las cartas del Tarot invitan a Carolina a conocer personas fantásticas; historias de talleres donde la danza, la voz y las cartas tejen días soledados para personas dormidas y una foto por cada puente que cruza en alguna ciudad o pueblo al otro lado del mundo.
Soledad Lorena
Tejedora de Palabras
© Derechos Reservados
Con el consentimiento de Carolina
y en memoria de la Abuela Mila.
Historias Prestadas
Cuentos Terapéuticos
Tomo II
Susannah Lorenzo
Tejedora de Puentes
Soledad Lorena
Tejedora de Palabras
© Todos los derechos reservados
Madrina de Historias Prestadas
Carolina de Rivas
Merlo, San Luis, Argentina
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