viernes, 29 de enero de 2010

Almohada



Simplemente saberse sin resguardo, sentirse en la distancia en una osada cercanía que no necesita afirmaciones.

Apoyar tu nombre en mi almohada, suspirando un abrazo que se añora aún sin recuerdo ni huella.

Desvestir el pensamiento en una nueva mansedumbre de dormir en tus palabras.

Jugar con los latidos y enarbolar la risa en un jardín de instantes que florece sin aviso.


Volverá el desencuentro o ignorará el corazón su Mandala. Nadie ha de saberlo.

Y sin embargo, este minuto, este momento de espera e ilusión, este destello de emoción y contento, vale por sí mismo y abona una tierra sin sembrar.

No hay comentarios: