Margarita se estremece
ante los vientos de la vida,
pierde un pétalo
deshoja otro,
hasta que su centro desnudo
se confunde con el sol.
Se cree marchita y perdida
en un campo de margaritas
que no recuerdan su nombre.
Su corazón amarillo
se desgrana a sus pies;
en la compasión
de sus lágrimas
un nuevo tallo anida,
en el silencio de mundos
el eco se hace memoria
y el polen se vuelve voz.
Respira y sana
suspira y vibra
aletea y siente
parpadea y crece.
Desde su corona dorada
se desviste con ternura,
para descubrir
en sus pétalos,
la belleza de su alma.
Soledad Lorena
Derechos Reservados
Sanando a Margarita
02 de julio de 2017
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