¿Puede uno tener un deja vù como escritor?
¿Puede haber una memoria colectiva, una nebulosa de musas interconectadas?
Cuando escribí el cuento La Pared, incluido en Musas Invertidas, no
había leído nada de de Gabriel García Marquez. Es que yo voy siempre al
revés que la corriente y no leo lo que todo el mundo lee, sino lo que
tengo ganas.
En fin, cuando escribí ese cuento, no recuerdo por
qué, hablé del Convento de las Clarisas, un lugar que jamás conocí en
persona, pero al que me hubiera gustado ir, un lugar que yo imaginé en
la ciudad donde vivía.
Hoy estoy leyendo Del Amor y otros
Demonios, y no puedo dejar de sentir un raro escalofrío de que empiece la
historia hablando de ese mismo convento.
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