Yo diría que quien saca el guante de su corazón, para arrojar la palabra, retando en duelo a los espejismos del desierto; merece la condena de habitar en un poema.
Un poema donde su nombre no necesite murmurase, porque cada verso sea el eco de su latido y cada metáfora sea la verdad que nadie sueña.
Soledad Lorena
Medianoche 7/8 Septiembre 2012
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