A veces, la verdad debe ser enjaulada, porque no todos están
listos para sacarse las gafas polarizadas que los mantienen seguros.
Las palabras que guardo, se vuelven Bonsái involuntario, pero con enormes raíces que se enmarañan y
ahogan. Mi garganta es un estrecho
pasadizo que duele cada sílaba. Mi pecho
es un jardín invadido de malezas que trepan y asfixian, lastiman el paisaje en
el espejismo de la salina.
Nada puedo hacer más que poner mi alma de rodillas y sólo
rezar porque lo inevitable no sea tan falaz.
Soledad Lorena
17 de julio de 2012
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