En el mundo
de los cuerdos,
tu sed y tu
sequía;
en un
planeta sin nombre
mi manantial
que desborda
y fluye
hasta perderse
en la
corteza del tiempo.
Tras el
muro, tus cicatrices
tus
armaduras y dolores,
en mi jardín
las pócimas
las tisanas
y el sosiego.
En las
ruinas de tu templo
el vacío y
el silencio;
en mi
susurro las plegarias
y la brisa
que traspasa
los rincones
deshabitados.
Pero tus
pasos sólo escalan
las grandes
cumbres del mundo,
le temen a
los senderos
por donde el
corazón palpita.
Soledad
Lorena
17 de junio
de 2012
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