Un fugaz instante donde una presencia se anuncia antes de su llegada. Un rubor que se enciende cuando golpea a la puerta. Un latido se agita cuando se sienta frente a mi. Las mejillas se encienden sin disimulo. Y en ese breve instante me siento viva. Sonrío cuando se ha ido por sentirme fresca y joven, aunque se que ni debo ni puedo tratar de alcanzarlo. Nuestras vidas corren a destiempo.
No puedo esbozar un poema, ni siquiera atinar unos versos. Será por miedo a darle vida a este palpitar que un sueño logró la extraña coincidencia y excusa necesaria para generar el encuentro.
No importa.
Por un instante, por un momento me he sentido terriblemente viva.
No puedo, no debo, si quiero me muero, decía algún poema escrito en tiempos de amores.
Quien sabe...
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