Hay un tiempo
en que cesan los gritos,
en que ya no hacemos preguntas
porque sabemos que no llegarán respuestas.
Hay un tiempo
en que ya no contamos los días
y simplemente aguardamos
el devenir de los tiempos,
el milagro que ya no se anuncia.
Sólo el viento que azota los cuartos vacíos,
sólo la arena que desgasta la piel ya marchita,
sólo el exilio implacable que no perdona memoria
y somete la emoción en una tumba sin cruz.
Soledad Lorena / Susana
Extrañándome
Desconociéndome
31 de enero de 2008
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