Estoy
cansada de explicar, de consensuar, de pactar.
Estoy
agobiada de ceder, de fingir, de aparentar.
Estoy
exhausta de que todo, todo, sea tan difícil.
Estoy
extenuada de soñar despierta y agonizar dormida.
Estoy
agotada de hacer mis deberes y murmurar rosarios.
Estoy
sofocada de tantas lágrimas que ya no llueven.
Estoy
fatigada de esperar, creer, luchar y volver a esperar.
Ya no me
importa si pruebas mi fe o mides mi virtud.
Puedes
petrificar mi piel sin abrazos,
puedes desintegrar
mi aliento sin besos;
que el
viento arrase las cenizas de un nombre sin eco,
que el viento
despoje mi mente de memorias y anhelos.
Ya he rodado
por la arena de los circos romanos,
ya he ardido
en las hogueras de plazas mundanas,
ya he sudado
mi sangre en las mazmorras del tiempo,
ya he
implorado, suplicado y rogado,
y sin
embargo nada es suficiente.
Toma mi voto
de silencio, de pobreza y de servicio.
Toma mi
buena voluntad, mi paz y mi entereza.
Toma mis
manos y mis palabras, mis pasos y mis llagas.
Apiádate de mí
y abrázame en tu misericordia.
Soledad
Lorena
02 de
diciembre de 2012