sábado, 26 de abril de 2008

Suspenso

Minutos suspendidos,
ilusiones contenidas,
lágrimas evaporadas
en el sol a destiempo.

Una palabra vendrá
espada que atraviesa
o pócima que bendice.

De tantos muelles
y tantos andenes,
ya no se cuando vienes
y sin embargo te añoro.

18 de abril de 2008
Soledad Lorena

Rosa

Un instante
un sorbo de brisa,
un pétalo nos conmueve
una espina nos aterra,
una rosa abandonamos.

18 de abril de 2008
Soledad Lorena

viernes, 18 de abril de 2008

Ganas

Ganas de cosas lindas,
de ventanales floridos
en pleno invierno,
de regalos inesperados
de balcones y gardenias,
de milagros cotidianos,
de sueños e ilusiones,
de arcoiris en el desierto,
de perfumadas alelíes
en el patio de cemento,
de duendes y hadas madrinas,
de rescates y epopeyas,
de cartas y poemas,
de viajes y caminos,
de esperas y reencuentros,
de abrazos sin tiempo,
de tardes compartidas,
de nanas y villancicos,
de juegos y caminatas.

Ganas de piedad
compasión y misericordia,
campana de recreo
y hora de rondas.

Extraño mis alas y mi cielo,
mis vuelos y mis sueños,
mis herejías y rebeliones,
mis luchas y emociones,
las legiones de mariposas
huracanando el suspiro,
los caminos inesperados,
los viajes a otra galaxia,
mis banderas y estandartes,
mi credo y mi yo.

Soledad Lorena
Agosto 2004

Sobre mujeres y relaciones

9 de cada 10

Seguramente, le va mejor a las mujeres que no dicen toda la verdad, a las que esgrimen estrategias y analizan cada paso como felino al acecho. Las que no dicen todo lo que sienten o no sienten todo lo que dicen, pero que en definitiva negocian la entrega de su amor en cuotas para asegurar la presa de turno.

También le va mejor a las mujeres monofásicas, que sólo pueden hacer una cosa bien, digamos mejor, cumplir un solo rol. Las abnegadas, de buena imagen, maternales y que cumplen con los cánones sociales son siempre las esposas ideales (no importa si son frígidas, o tienen fantasías con un actor, o tienen una aventura con su profesor de aerobics o retoman sus estudios para tener nuevas experiencias, o les “duele la cabeza” cinco de cada siete días).

Las fogosas, apasionadas, mimosas, y capaces de hacer volar a un hombre (como dice Girondo, sólo puedo hacer el amor mas que volando), esas, son las mejores amantes, relegadas a un puesto en el banco de suplentes de por vida, quizá porque si jugaran de titular, 9 de cada 10 hombres no sobreviviría al ritmo (o su orgullo no lo aceptaría) de amanecer cada día con besos y hacer el amor más de 7 veces por semana (dije hacer el amor, no tener sexo); porque no hay nada como las siestas, los imprevistos y las mañanas, amen de la seducción de todo un día florecida en un vuelo nocturno.

Las inteligentes, prácticas, ejecutivas, capaces de tener su propia caja de herramientas, de manejar toda una empresa o negociar el mejor contrato; son las que ocupan el lugar de las profesionales, tildadas de híbridas o demasiado masculinas, ideales como co-equiper o socia de negocios (si el hombre es lo suficientemente inteligente), pero no como compañera de vida. Convengamos que 9 de cada 10 prefieren una mujer que no piense.

Están las otras, las sensibles artistas que cansadas de probar tanto hombre hueco, terminan compartiendo experiencias entre ellas. Hay otras, pero con los 3 primeros modelos se definen los grupos más comunes de mujeres y por deducción o resultado un sólo grupo de hombres (9 de cada 10) que mantiene contacto con los 3 grupos y se "abastece” de lo que le viene bien de cada una.

Ahora bien, si se cruza con una mujer multifacética, o mejor dicho que trabaje en varias fases (trifásica como mínimo), un detector lo alerta, se refugia en el más moderno bunker antiatómico y guarda la suficiente distancia para no enamorarse ni comprometerse. Porque encontrarse con alguien que cumpla todos sus sueños, cubra todas sus necesidades y hasta haga realidad sus fantasías (y mantenerla a su lado), implica: entrega, coherencia, verdad, trabajo constante consigo mismo y cuidados continuos para con la relación. Siempre digo que las relaciones afectivas, con quienquiera que sea (pareja, hijos, amigos), son como un jardín y que el acto de amar es como la Ceremonia del Té.

Demasiado trabajo (para 9 de cada 10), es mejor quejarse de lo que uno no tiene que trabajar por lo que se quiere; es mejor emparchar el ventanal con retazos de diferentes colores y texturas, que cambiar por un cristal completo que permita una visión entera y diáfana del adentro y del afuera, del otro y del yo.

Todo para justificar o hacer comprensible un pensamiento que dista del que tienen 9 de cada 10.
Soledad Lorena
Febrero 2004

Un no cuento


Se supone que cada cuento ha de comenzar con un “gancho”, una frase u oración clave que capture tu mirada y atrape tu atención, hasta vaciar tu mente de toda idea que no sea la de los habitantes de una historia espectacular o trágica, una muerte, un viaje, una seducción o un delirio.

Y yo te pregunto, ahora que has devenido en lector de mi prosa simplona, ¿seguirás con tu lectura luego de saber que éste es un no-cuento? Luego de saber que he roto con las reglas de: introducción, nudo y desenlace… Mágica fórmula que inventaron escritores para complacerse entre ellos y establecer reglas para que la literatura siguiera un orden y nadie se atreviera a patear el tablero con una formula que otros no conocieran…

¿Quién le pide cuentas al destino cuando una historia cotidiana se queda hecha un nudo de por vida?
¿En qué jurado impugnamos el voto cuando un desenlace nos precipita el escaparate sin previa introducción, ni conflicto?
¿Y qué hay de cuando despertamos personajes de un cuento que alguien más escribió y las opciones de final que el guionista ofrece, no se parecen en nada a nuestros más íntimos sueños?
¿Acaso no te has sentido tentado a escribir tu propio cuento, inventando escenarios, tiempos y personajes?

Yo ya lo hice, pero innumerables paradojas entorpecen la publicación de mis historias en tiempo real. No encuentro los personajes reales y la trama es demasiado simple para que sea comercialmente aceptable: no hay muerte, ni mentira, ni complot, ni malicia.

Hoy escribo desde mi postura póstuma, mi musa se ha dormido en la mano del escribidor de mis días y una peste de ausencias y rutinas ha corrompido cada músculo y cada hueso, mientras mi aliento y latido hibernan entre muros que devuelven sólo sombras.

Yo he golpeado todas las puertas, hice eco cada grito, envié miles de cartas, y he poblado los mares con mensajes irreverentes, he llorado todas mis lágrimas y reído todas mis risas.

Te regalo mi no-cuento para que escribas lo que no puedo, intervengas mi editorial y sacudas el universo.

Yo estoy de piquete domiciliario, no hay más globos ni mensajeros, ni mediadores ni anestesistas. Sólo infinitas copias de esta burla de cuento que ha llegado a tus manos para provocar tu escritura.

Yo sigo aquí, esperando ser el personaje de tu cuento.

Soledad Lorena
Agosto de 2004
Carta para el amor de vida
que no conozco ni recuerdo.

miércoles, 16 de abril de 2008

Tsunami

Uno se relee en las páginas de la vida, hace borradores e imprime sensaciones que parecen permanentes. Y luego, desde una visión global de la novela inacabada, uno descubre que nuestra alma hace y deshace sin darnos aviso.

Estamos tan ocupados en la finitud del instante que nos duele, que dejamos de rastrillar y buscar. Simplemente dejamos arrastrar nuestros pasos por el desierto desvastado, los ojos acostumbrados a una Siberia sin mapa, a una Payunia de sal.

Entonces, de repente, uno tropieza con texturas y colores que destacan sobre el fondo gris. Un brote, un capullo que denuncia un jardín subterráneo, sobreviviente de las cenizas y de la arena del tiempo.

Como una antigua profecía, el amor se redescubre y se reinventa, ajeno a dictaduras del tiempo y mandatos de una sociedad de zombies.

Imponente, el agua emana y fluye, derrumbando diques y muros de acero. A su paso los Simunes del desierto guardan respetuoso silencio. En sus olas y en su marea, nos desviste la vida para descubrir una desnudez que no cubren las palabras.

¿Dónde quedaron las tumbas? ¿Qué fue de las hogueras que todo destruyeron? ¿Cuándo prescribió el efecto de las letales inyecciones de olvido?

La inercia de sobrevivir un dolor tras otro, me hizo creer que mi marchito corazón ya no podía amar. No pude darme cuenta que mi corazón se empeñaba en no enamorarse porque sabía que eran inútiles las cruzadas que intentaban conquistar espejismos.

Sólo un alquimista conoce los pasadizos secretos y posee la llave que abre el gran libro de los conjuros.

Ante esa llave, unicamente rige el mandato de la historia personal que nuestra alma debe transitar.

La mujer salvaje, la maga que todo lo puede, la machi que cura y redime, la esencia de mi nombre sin tiempo, te reconocen a través de los disfraces.

Basta una palabra, un susurro, la cadencia de tu voz y tu mano alcanzándome en la distancia, para saberme viva y plena de coraje.

Basta asombrarse con una carta que encontró su retorno para aceptar y recordar una y otra vez que no se extingue el amor a fuerza de vergonzosas represiones, dignas de dictadores esclavos del miedo y la ignorancia.

Nada sabemos del amor.
No debo entonces comprender este momento.
Me abandono a la tempestad de la verdad que arrasa.
No te espero, porque se que bastará un puente para dormir en tus brazos.
No extraño lo que fuimos, extraño lo que aún no somos.

Finalmente, es cierto. La palabra viaja y alcanza, hace eco en el alma antes que roce nuestro silencio.

Soledad Lorena
Susana / Amante Amada